viernes, 24 de junio de 2011
La mano del Hombre.
Viajando este fin de semana me ha dado por mirar las laderas allá por la Jacetania. Ni punto de comparación con esta que vemos arriba y que se encuentra en el sistema ibérico Zaragozano. No es que este sea un desierto, que ya no se halla en el valle del Ebro, pero aunque la vegetación potencial es en buena parte igual, la altitud similar, los suelos posiblemente mejores, lo que encontramos en el norte por doquier, en el sur ocupa rincones donde -aislado- lleva tiempos resistiendo. No se me ocurre otra contestación al retroceso de la vegetación en esta zona que la mano del hombre. Históricamente, el sistema ibérico ha estado más poblado que la montaña. Cuando las pequeñas aldeas de la montaña cultivaban lo necesario para sobrevivir, las sierras del sur eran un hervidero de gentes que se alimentaban y -además- comerciaban con el Ebro y la meseta gracias a sus cultivos. Hasta las más empinada ladera se roturó y cultivó, cosa impensable en el prepirineo. Si tenía demasiada pendiente era el lugar idóneo para almendros u oliberas, siempre que no hubiera otra cosa que roca viva y grava, porque de haber algo de tierra se aterrazaba y se usaba para cereal.
Para colmo, durante la primera mitad del siglo pasado, se repobló con pino carrasco. No solo en sitios yermos sino también en lugares donde hubo que roturar el bosque autóctono.
Afortunadamente en los últimos años se está llevando a cabo una tarea de aclarado de estos pinares que se plantaron en un marco estrechísimo que, según he podido ver allí donde ya se ha aclarado, aligera el monte permitiendo que aquellas plantas autóctonas de la zona que han permanecido latentes de una u otra forma vuelvan a brotar.
A parte del aclarado hay una opción mas salvaje -casi no me atrevo a ponerla aquí y no es una sugerencia- que donde se ha dado ha acabado dando resultados óptimos. Allí donde ha habido un incendio ha rebrotado un sinfín de sabinas,enebros, carrascas y monte bajo salpicadas de pinos que da una impresión bastante clara de lo que debió ser esta zona originalmente, con claros y manchas de bosquecillos en pleno desarrollo que dan, allí donde están, refugio a una fauna que llega de zonas mejor conservadas y que no encontraba refugio y mantenimiento en las macroplantaciónes de pino.
martes, 12 de abril de 2011
¿Qué es esto?
Entre los plantones que se han venido de la montaña al valle, se han venido unos arbolillos de los que no se nada. de que sean una especie autóctona o no depende su vida. Si se trata de una especie autóctona irá donde deba ir, o a los montes de jaca o al sistema ibérico. Si es una especie alóctona, como ha demostrado una gran capacidad de expansión, pues en Jaca los plantones se encuentran a cientos, no cumplirán tres años, en cuanto se desarrollen y los identifique se tornarán compost, sin saña. Bueno, con saña, que eso de las especies invasoras no lo llevo nada bien.
Fresones
Caprichosillo como soy, se me ha ocurrido hacerme con un puñado de plantones de fresa silvestre que -en breves- irán a parar a un rincón de huerto para propagarlas y, cuando halla suficientes como para guardar un remanente y poder prescindir de un puñado de ellas, tratar de extenderlas por algunos rincones de el Sistema Ibérico. Son zonas donde posiblemente las habría en tiempos, puede que aun las halla donde no he mirado, pero que sufrieron siglos de deforestación y solo hoy tiene de nuevo rincones lo suficientemente frescos y sombreados para albergarla.
Igual que he hablado de mis intenciones de plantar árboles adecuados y que ya he empezado a preparar, y de alentar a la gente a hacer lo mismo, procuraré plantar arbustos y plantas adecuadas a la zona. Si tenemos como fin que las zonas libres que nos rodean vallan recuperándose poco a poco, bien que les pueden venir dos empujones. Veremos la capacidad de adaptación de estas pequeñas y si son capaces de hacerse a su nuevo bioma, veremos como se hacen a la huerta y como les sienta -cuando llegue- el traslado al monte.
miércoles, 30 de marzo de 2011
Arbolitos y CO2
!Buéeeeno...¡. Todo un añito sin escribir ni una linea, mejor no digo nada...
El caso es que no me he estado quieto y el que abandonara la escritura no quiere decir que no haya acumulado temática y que no haya tenido de que hablar. Si los hados me son propicios podré ir rellenando esto con mayor o menor regularidad y hablaré de temas más o menos caducos pero de los que, actuales o no, tengo ganas de hablar. Eso sí, hoy, para ir comenzando, ligerito, que aunque al hilo de este tema tengo bastante materia, es recia y hoy no estoy para filigranas.
Algo que me ha tenido ocupado es la temática de la compensación de las emisiones de dióxido de carbono que todos generamos, no es tema ligero y los cálculos que tenemos en la red acerca de ello no son completos ni tienen en cuenta factores que creo importantes y con los que ya me meteré. El caso es que una de las maneras de compensar lo que emitimos es plantar árboles, muchos, que son un sumidero de CO2 bastante efectivo según los cálculos que por ahí circulan -algo de lo que se sirven muchas grandes empresas para venderse como "verdes" con horripilarte ligereza- y que está mas o menos al alcance de todos, aunque no se trate solo de plantarlos sino de asegurarse de que crecen y no devuelven todo lo que han podido acumular en un momento con la ayuda de el fuego, claro está.
Es este un tema en el que llevo bastante ganado pues estos últimos diez años he plantado -y bien hermosos están- unos dos mil chopitos, autóctonos, que algo cuentan. Pero la gracia de esto no la acabo de pillar, más importante incluso que compensar el CO2 me parece el fomentar la restitución de los bosques primigenios de la península dentro de nuestras posibilidades y, para ir haciendo boca, al margen de actuaciones que se irán perfilando conforme avance el año, me he hecho con un puñado de arces que estaban condenados a la recortadora para colocarlos, cuando llegue su momento, en lugar propicio.
En la puerta de casa, en Jaca, estos pequeños se habían puesto a brotar por todas partes. No tengo claro como se llaman sus progenitores por que teniéndolos delante de mis narices, no me he fijado bien en ellos en años. Pronto sabré como se llaman, si negundo o pseudoplatanus, aunque apuesto por este último. Dado que crecen sin futuro por todas partes y que cualquiera de ambos es apto para la ribera del Manubles, aunque no tengo forma de saberlo por las inéditas "series de vegetación de Aragón", arriesgándome a introducir una dañina especie foránea los transplantaré allá cuando alcancen talla adecuada, a terruño privado -eso sí- ya que no pretendo llenar el monte de arbolicos alóctonos por mi cuenta y riesgo de buenas a primeras.. Para rellenar campo salvajemente ya me haré con los hijos de los últimos robles de el lugar ahora que estarán germinando y antes de que sean pasto de la ganadería.
Las cuentas de el número de arboles que hemos de plantar por cabeza para compensar nuestras emisiones, así como el donde y el como serán materia para otro día, que llevan abundantes números e indicaciones. No obstante, es este un buen momento para hacerse con estos arbolillos que nacen por cualquier rincón en pueblos y ciudades, abocados a la muerte, y trasladarlos a ese rinconcillo que conoces y en el que podrá medrar. A pequeña escala, sea uno o sean quince, más estarás haciendo por el futuro que quedándote quieto, que si no actuamos, mandamos este chiringuito al cuerno en cuatro días, palabra del señor.
Perdón por la calidad de la foto, por cierto. Para una vez que es mía...
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