miércoles, 30 de marzo de 2011
Arbolitos y CO2
!Buéeeeno...¡. Todo un añito sin escribir ni una linea, mejor no digo nada...
El caso es que no me he estado quieto y el que abandonara la escritura no quiere decir que no haya acumulado temática y que no haya tenido de que hablar. Si los hados me son propicios podré ir rellenando esto con mayor o menor regularidad y hablaré de temas más o menos caducos pero de los que, actuales o no, tengo ganas de hablar. Eso sí, hoy, para ir comenzando, ligerito, que aunque al hilo de este tema tengo bastante materia, es recia y hoy no estoy para filigranas.
Algo que me ha tenido ocupado es la temática de la compensación de las emisiones de dióxido de carbono que todos generamos, no es tema ligero y los cálculos que tenemos en la red acerca de ello no son completos ni tienen en cuenta factores que creo importantes y con los que ya me meteré. El caso es que una de las maneras de compensar lo que emitimos es plantar árboles, muchos, que son un sumidero de CO2 bastante efectivo según los cálculos que por ahí circulan -algo de lo que se sirven muchas grandes empresas para venderse como "verdes" con horripilarte ligereza- y que está mas o menos al alcance de todos, aunque no se trate solo de plantarlos sino de asegurarse de que crecen y no devuelven todo lo que han podido acumular en un momento con la ayuda de el fuego, claro está.
Es este un tema en el que llevo bastante ganado pues estos últimos diez años he plantado -y bien hermosos están- unos dos mil chopitos, autóctonos, que algo cuentan. Pero la gracia de esto no la acabo de pillar, más importante incluso que compensar el CO2 me parece el fomentar la restitución de los bosques primigenios de la península dentro de nuestras posibilidades y, para ir haciendo boca, al margen de actuaciones que se irán perfilando conforme avance el año, me he hecho con un puñado de arces que estaban condenados a la recortadora para colocarlos, cuando llegue su momento, en lugar propicio.
En la puerta de casa, en Jaca, estos pequeños se habían puesto a brotar por todas partes. No tengo claro como se llaman sus progenitores por que teniéndolos delante de mis narices, no me he fijado bien en ellos en años. Pronto sabré como se llaman, si negundo o pseudoplatanus, aunque apuesto por este último. Dado que crecen sin futuro por todas partes y que cualquiera de ambos es apto para la ribera del Manubles, aunque no tengo forma de saberlo por las inéditas "series de vegetación de Aragón", arriesgándome a introducir una dañina especie foránea los transplantaré allá cuando alcancen talla adecuada, a terruño privado -eso sí- ya que no pretendo llenar el monte de arbolicos alóctonos por mi cuenta y riesgo de buenas a primeras.. Para rellenar campo salvajemente ya me haré con los hijos de los últimos robles de el lugar ahora que estarán germinando y antes de que sean pasto de la ganadería.
Las cuentas de el número de arboles que hemos de plantar por cabeza para compensar nuestras emisiones, así como el donde y el como serán materia para otro día, que llevan abundantes números e indicaciones. No obstante, es este un buen momento para hacerse con estos arbolillos que nacen por cualquier rincón en pueblos y ciudades, abocados a la muerte, y trasladarlos a ese rinconcillo que conoces y en el que podrá medrar. A pequeña escala, sea uno o sean quince, más estarás haciendo por el futuro que quedándote quieto, que si no actuamos, mandamos este chiringuito al cuerno en cuatro días, palabra del señor.
Perdón por la calidad de la foto, por cierto. Para una vez que es mía...
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