De unos años a esta parte estamos asistiendo a un curioso y feliz fenómeno, la recuperación de la fauna autóctona de manera, me atrevería a decir, sorprendente.
Si en muchos casos podemos decir que una gestión adecuada de los recursos y el eficaz trabajo de quienes se ocupan de ello ha tenido buena parte de la culpa, como en el caso del quebrantahuesos, en otros resulta más complicado el acotar las razones.
Especies que se habían convertido en rarezas limitadas a escasos rincones de nuestra geografía, como nutrias, corzos, conejos o incluso la cabra montesa, se están extendiendo por lugares en los que no se les recordaba. En muchos de estos casos, se están produciendo curiosos fenómenos en la distribución de estas especies en Aragón.
En casos como los de corzos y cabras, están ocupando nichos que no deberían ser los adecuados para ellos. Parece ser que varios fenómenos facilitan que se instalen en lugares que, ni son boscosos, ni los territorios escarpados que esperaríamos. Ante la ausencia de depredadores (fuera de algún perro asilvestrado que suficiente tiene con sobrevivir), competidores(ya que hace tiempo que exterminamos a las especies que ocupaban estos nichos y la ganadería extensiva está desapareciendo a marchas forzadas), y la menor presión cinegética a la que están sometidos (si ahora puede parecer que hay muchos cazadores, no olvidemos que hace cincuenta años había una escopeta en cada casa disparando a todo lo que se comía, lazos, cepos y otras muchas trampas), los que han quedado ocupan cuanto pueden.
Otros como nutrias, conejos o el visón, si creemos lo que de este se dice, vuelven a lugares de los que nuestra presión los había sacado, ocupando incluso los alrededores de las ciudades, en el caso de la nutria, o dejando sin poblar lugares donde antaño fue abundante pero ahora no se adapta, como el conejo (¿qué pasa con el conejo para que no se adapte a lugares que eran los suyos?).
Buenas noticias para muchas especies y esperanzadoras para otras que todavía no han comenzado esta recuperación, algo pasa en nuestra sociedad, incluso al margen de las medidas medioambientales que se toman, que permite que fauna y flora, de la que no he hablado hoy, comiencen, despacio, a recuperar el terreno perdido.